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Mostrando entradas de junio, 2025

En búsqueda de la Libertad

 El Piti Fernández cantó: "la imitación es el peor suicidio, teniendo en cuenta que morir nos vamos a morir igual". En el caso de Fausto, más que la imitación fue la reclusión, está viejo quemado en su palacio de los prados que le robo al mar. Trata como el orto a su gente, no le hace fiestita a los campeones y están todos medios calientes con él. Hay un tiempo para todo, diría que lo dijo Jung, pero es una idea que viene desde que el ser humano es lo que es. Pero lo que si aportó Carlitos a esta idea desde su teoría, es que a cada tiempo hay ciertas exigencias contextuales y psicológicas. Fausto, que venía re manija de acá para allá, se volvió un ermitaño en su palacio habiendo ganado terreno al mar, y creyendo que era re poronga por eso. Pero la advertencia es clara:      BUACIS. No te fíes de un suelo que antes fue agua. Es el peligro de esa idea de mierda y filosofía de la "iluminación" de nuestra época (perdón por el hate) creer que el fin de la trascendencia y...

Pobre diablo

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 El libre mar presta su libertad al espíritu;  ¿Quién sabe allí lo que es reflexionar?  El enviado del mar vence a las aguas y forma un reino enorme. Pero eso no le basta, porque hay una pequeña casita en una colina que le arruina el paisaje y le da toc. Así que envía a los tres violentos con la orden de desalojar a los moradores. La cuestión escala una banda y los dementes hacen mierda todo y prenden fuego la casa con una pareja de viejitos adentro, demostrando que Fausto ha abandonado por completo la virtud, en favor de sus caprichos. Sin embargo, esa es su última injusticia, porque, mientras el humo se disipa en el horizonte, cae la noche y con ella cuatro fantasmas en forma de mujeres canosas: la escasez, la culpa, la inquietud y la necesidad. Todas conversan con el doctor y se van, pero la que se queda es la necesidad, que es otro nombre para la muerte.  Fausto hace un balance de su vida y dice: No he hecho otra cosa que tener deseos y realizarlos, para luego vo...

Dios le da a cada uno su propia guerra

 Luego de un tomo I, varios viajes, aventuras, amoríos ilegales como platónicos. Fausto encuentra el objeto de su pasión, aquello que llama la atención a los mortales y le es incapaz de entender aquel que no teme a la muerte. Dónde encontró ese deseo tan profundo que desea que se le sea satisfecho es en un cuelgue que tuvo viendo las olas del mar. Y a mi, en su descripción, me vinieron dos imágenes bastante potentes: [...] Domina allí ola tras ola, animada de fuerza, que luego se retira sin haber logrado nada, cosa capaz de angustiarme hasta la desesperación. ¡Oh, fuerza sin objeto de los indómitos elementos! En ese punto mi espíritu osa volar por encima de sí mismo: en esto querría yo luchar, esto es lo que yo querría vencer [...] Y si sigue: [...] Así que presto he trazado en mi mente plan tras plan: consigue para ti el exquisito deleite de expulsar al poderoso mar de la orilla, de estrecharle los límites a la húmeda extensión y obligarla a retroceder muy adentro de sí misma. Ten...