Si no hubiera ninguna bruja, ¿Quién querría ser diablo?
Manto decía que amaba al que desea lo imposible. Imposible fue seguir el hilo de estos capítulos con tantos primos de Mefistófeles que van a apareciendo para decir cuatro cosas. No obstante, en la loca carrera del homúnculo por nacer aparecieron altas frases
Allá donde reinan los fantasmas es también bienvenido el filósofo.
Goethe si bien está inserto en la tradición y leyó con mucha atención a Platón y al idealismo Alemán, no deja de mostrar la imagen del filósofo como creador de fantasmas y a la filosofía como un juego peligroso que puede erigir sinsentidos. Es consciente de los límites y de los peligros de la razón y de los grandes sistemas.
Aquello a lo que uno está acostumbrado es un paraíso.
Es recurrente el tema de la costumbre, a veces como una carga y otras como un alivio. En este caso, la frase se la dice una dríada a Mefistófeles, que no es tan poderoso en tierra extranjera como en el norte, donde podía volar y manipular a todos a su antojo. Parece ser que la idea clásica de que los dioses eran de las ciudades y los territorios, es decir que sus poderes tenían ubicación geográfica y límites, se ha volcado al mito cristiano, donde el diablo es mucho menos diablo en el extranjero. Tanto hombres como dioses son más fuertes y se sienten más cómodos en los dominios de la costumbre.
Si no hubiera ninguna bruja, ¿Quién querría ser diablo?
El homúnculo del frasco se enrosca con la nereida Galatea y, gracias a Eros, el más viejo de todos los dioses, nace. Y nace en el mar, como todas las cosas según Tales, que también decía que todo está lleno de dioses. Esta última afirmación puede ser entendida de muchos modos. A lo Homero: donde los dioses están siempre disfrazados o mirando desde el cielo para intervenir constantemente en los asuntos humanos o a lo Spinoza, donde la única sustancia es Dios, un dios que se derrama sobre el mundo y que es el mundo, donde las cosas son atributos o modos de ese dios. Otra interpretación es el animismo de los chamanes, donde todas las cosas tienen almas y los divinos elementos pueden ser invocados por los hombres.
Pero nada estará tan lleno de dioses como el Acto II, donde nos queda claro que si algo le gustaba a Goethe, como buen romántico alemán, eran los bolonquis mitológicos, las fiestas y las bandidas.
Jjajajajaja pícaro el viejo Goethe. Lo de la incapacidad de Mefistófeles en estas tierras es brutal, más perdido que Tarzan en 18 de Julio como decimos en Montevideo. Luego lo del Homunculo en su afán de nacer el tremendo, me pregunto si será relevante el que venga de una creación de Wagner (una creación que él mismo no pudo sostener a nivel mental como quien le da un brote psicótico por tomar drogas)
ResponderEliminarNadie puede ser mas grande qué sus creaciones 😁 está bueno que sea de Wagner, de algún modo superó a Fausto en ciencia.
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